Page 10 - LA PIEDRA FILOSOFAL.pdf
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meter en el bolsillo. Helvetius le pidió que le regalara algunos fragmentos de su polvo para hacer un ensayo con ellos, pero el extranjero se negó, alegando que no tenía autorización. Sin embargo, como pidiera pasar a otra habitación resguardada de las miradas curiosas, el médico supuso que, al fin, le daría el fragmento de la piedra. Pero se engañó, pues el extranjero deseaba sólo mostrarle unas medallas de oro que llevaba cosidas a sus vestiduras. Después de manipularlas y examinarlas atentamente, Helvetius comprobó que aquel oro era incomparablemente superior, por su maleabilidad, a cuantos había visto antes. Bajo el siguiente alud de preguntas, el extranjero negó haber fabricado aquel oro hermético y adujo que se trataba sólo de un regalo; cierto amigo extranjero le había obsequiado con aquellas medallas. Seguidamente refirió al médico una transmutación efectuada ante sus propios ojos por el hipotético amigo, e indicó asimismo que aquel adepto utilizaba una dilución de su polvo para conservar la salud."
"Helvetius fingió quedar convencido, pero insinuó que una demostración palpable lo acabaría de convencer. El extranjero se negó a ello, parapetándose siempre tras una autoridad superior. Finalmente, afirmó que pediría autorización al adepto, y si éste se la daba, volvería dentro de tres semanas para efectuar una transmutación ante el médico. Helvetius le despidió diciéndose que aquel individuo era un fanfarrón y que no volvería más."
"Pero tres semanas después, el forastero llamó de nuevo a la puerta del médico del príncipe de Orange. Esta vez, el
extraño personaje tampoco pareció tener prisa por hacer una demostración, pues entabló con Helvetius una conversación sobre temas filosóficos. Sin embargo, el médico la desvió reiteradamente hacia el propósito inicial, e incluso lo invitó a almorzar, para ejercer más presión. El extranjero persistió en su negativa.
"A continuación inserto el relato de los acontecimientos subsiguientes, tomado de la obra de Helvetius Vitulus Aureus. Este extracto, traducido directamente del latín por Bernard Husson, apareció en el número 59 de la revista Initiation et Science."
"Le rogué que me obsequiara con un poco de su tintura, aunque sólo fuera la porción necesaria para transformar en oro cuatro gramos de plomo. Él se dejó ablandar por mis ruegos y me entregó un fragmento tan grande como una semilla de nabo, mientras decía:"
"Recibid, pues, el tesoro supremo del mundo, que no han podido entrever ni siquiera los reyes ni los príncipes".
"Pero, ¡Maese! — protesté yo —. Ese minúsculo fragmento no será suficiente para transmutar cuatro gramos de polvo".
"Entonces me respondió": "Dádmelo."
"Y cuando yo esperaba que me diera mayor cantidad, él lo partió en dos con la uña y mojando una de las porciones al fuego, envolvió la otra en un papel rojo y me la ofreció diciendo":
"Esto será más que suficiente."
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