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Compostela aparece a los peregrinos: sombrero echado hacia arriba, su bastón en el cual luce el Caduceo de Mercurio, una concha de tortuga en el pecho como para simbolizar a la estrella flamígera. Les aconsejo que estudien la Epístola Universal de Santiago en la Biblia, indudablemente es maravillosa, está dirigida a todos aquellos que trabajamos en la Gran Obra. Dice Santiago que la fe sin obras nada vale. Uds. pueden escuchar aquí, de mis labios, toda la doctrina del Gran Arcano, todas las explicaciones que damos sobre los Alquimistas y sobre la Gran Obra, pero si Uds. no realizan esa Gran Obra, si no trabajan en la Gran Obra, si sólo tienen la fe y nada más y no trabajan, se parecerían, dice Santiago y repito "al hombre que mira un espejo, que ve su rostro en el vidrio, da la espalda y se va", olvidándose del incidente. Si Uds. escuchan todas las explicaciones que damos y no trabajan en la Forja de los Cíclopes, no fabrican los Cuerpos Existenciales Superiores del Ser, se parecen a ese hombre que se mira en el espejo, da vuelta y se va; porque la fe sin obras de nada vale, se necesita que la obra respalde a la fe, la fe debe hablar por las obras.
Dice Santiago que necesitamos ser misericordiosos, es claro, porque si nosotros somos misericordiosos los Señores del Karma nos juzgarán con misericordia; pero si nosotros somos despiadados, los Señores del Karma nos juzgarán en forma despiadada, y como quiera que la misericordia tiene más poder que la justicia es seguro que si somos misericordiosos podremos eliminar mucho Karma. Todo esto nos invita a la reflexión.
Dice Santiago que nosotros tenemos que aprender a refrenar la lengua; aquél que sabe refrenar la lengua, puede refrenar todo el cuerpo, y nos pone como ejemplo el caso del caballo: al caballo se le pone el freno en la boca, en el hocico, y así es como logramos dominarlo, manejarlo; lo mismo sucede si nosotros refrenamos la lengua, nos hacemos dueños de todo nuestro cuerpo.
Dice Santiago: "Miremos los barcos, cuán grandes son y sin embargo lo que los gobierna, el timón, es verdaderamente pequeño en comparación del enorme tamaño que tienen los buques, la lengua es muy pequeña, sí, pero qué grandes incendios forma".
Se nos enseña en esa epístola a no jactarnos jamás de nada, aquel que es jactancioso de sí mismo o de sus obras, de lo que ha hecho, indudablemente es soberbio, pedante, y fracasa en la Gran Obra. Necesitamos humillarnos ante la Divinidad, ser cada día más y más humildes si es que queremos trabajar con éxito en la Gran Obra, no presumir jamás de nada, ser sencillos siempre, eso es vital cuando se quiere triunfar en la Gran Obra, en el Magnus Opus. Aquella epístola está escrita con un doble sentido, si Uds. la leen literalmente no la entenderían; así la han leído los protestantes, los adventistas, los católicos, y no la han entendido; esa epístola tiene un doble sentido y está dirigida exclusivamente a los que trabajan en la Gran Obra.
En cuanto a la fe es necesario tenerla, claro, todo Alquimista debe tener fe, todo kabalista debe tener fe, pero la fe no es algo empírico, algo que se nos dé regalado, no, la fe hay que
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