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fabricarla, no podemos exigirle a nadie que tenga fe, hay que fabricarla, elaborarla. ¿Cómo se fabrica? Basándose en estudio y experiencia. ¿Podría alguien tener fe de eso que estamos nosotros diciendo aquí, si no estudia y experimenta por sí mismo? Obviamente que no, ¿verdad? Mas conforme vayamos estudiando y experimentando, vamos comprendiendo, y de esa comprensión creadora deviene la fe verdadera; así pues, la fe no es algo empírico, no; nosotros necesitamos fabricarla; más tarde, sí, mucho más tarde, el Espíritu Santo, el Tercer Logos, podría consolidarla en nosotros, fortificarnos y robustecernos, mas nosotros debemos fabricarla.
Otro apóstol bastante interesante que cuenta para nosotros en este camino angosto, estrecho y difícil que llevamos, es Andrés. Se dice que en Nicea conjuró a siete demonios perversos y que los hizo aparecer ante las multitudes en forma de siete perros y huyeron despavoridos; mucho se ha hablado sobre Andrés y no hay duda de que fue extraordinario, estaba cargado de un gran poder. La realidad es que Andrés, el Gran Maestro discípulo del Cristo, fue condenado a muerte y torturado; la Cruz de San Andrés nos invita a la reflexión, es una X, sí, una equis, con sus dos brazos extendidos a derecha e izquierda y sus dos piernas abiertas de lado y lado, forman equis, y sobre esa equis fue crucificado; esa equis es muy simbólica; en el griego equivale a una K, que nos recuerda al Krestos. Incuestionablemente fue magníficamente simbolizado el drama de Andrés por el gran monje iniciado Bacón; este último en su libro más extraordinario que ha escrito, denominado "El Azoth", pone
una lámina en la que se ve claramente a un hombre muerto; sin embargo trata como de levantar la cabeza, como de esperanzarse, como de resucitar, mientras dos cuervos negros le van quitando sus carnes en el acerado piso, el Alma y el Espíritu se alzan del cadáver; esto viene a recordarnos la frase de todos los Iniciados que dice: "La carne abandona a los huesos". Eso, San Andrés muriendo en una cruz en forma de equis, nos está hablando precisamente de la desintegración del Ego, que hay que reducirlo a polvareda cósmica, que hay que descuartizarlo. "La carne abandona los huesos", sólo así es posible que el Maestro Secreto Hiram Abiff, resucite dentro de nosotros mismos, aquí y ahora, de lo contrario sería completamente imposible. En la Gran Obra debemos morir de instante en instante, de momento en momento.
¿Y qué diríamos de Juan? Él es fuera de toda duda el patrono de los Fabricantes de Oro. ¿Habrá alguien que haga Oro? Sí, recordemos a Raimundo Lulio, lo hizo, enriqueció las arcas de Felipe el Hermoso de Francia y del rey de Inglaterra. Todavía se recuerdan cartas de Raimundo Lulio; una de ellas habla de un hermoso diamante, con el cual obsequiara nada menos que al rey de Inglaterra; disolvió un cristal ante el crisol, y luego poniendo agua de mercurio en aquel cristal, lo transformó en un gigantesco diamante extraordinariamente fino, con él obsequió al rey de Inglaterra; en cuanto a la transmutación del plomo en oro, lo hacía gracias al mercurio filosofal, enriqueció a toda Europa con sus fundiciones y sin embargo él permanecía pobre, viajero extraordinario por todos los países del mundo, así al fin murió lapidado en una
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