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hombre. Él tiene que desarrollarse durante el trabajo esotérico, tiene que vivir el Drama Cósmico dentro de uno mismo y se hace cargo de todos nuestros procesos mentales, volitivos y emocionales. En una palabra, se hace un hombre entre los hombres y sufre todas las tentaciones de la carne, de todos. Tiene que vencer y salir triunfante. Ya son todos sus vehículos de oro puro y puede uno vestirse con esos cuerpos y vivir en el mundo de la carne, como todo un Adepto resurrecto, triunfante en el Universo. Que se sepa, pues, que el Señor interior profundo, el Cristo íntimo, es el estímulo en el mundo, de toda la majestad de Dios, porque es nuestro verdadero Salvador.
Esta es la esencia del Salvator Salvandus del que se habla en el Gnosticismo Universal. Él es el Salvator de ese Adepto, Él es el Salvador interior, el Jefe de la Gran Obra en el interior del laboratorio, el Magnés interior de la Alquimia, que vestido con sus cuerpos de oro, es la Piedra Filosofal, la Gema preciosa, el Carbunclo rojo.
Quien posee esa Piedra, tiene el poder de transmutar el plomo en Oro, los polvos de proyección, etc., etc., Esa Piedra es muy dúctil, elástica y perfecta. Eso sí, se puede echar dentro del fuego, como la manteca, sin que se pierda. Uno puede echar manteca dentro de un sartén en el fuego y no se pierde, así es la Piedra Filosofal si se tira dentro del fuego. Se puede perder el espíritu metálico de la Piedra, que es el Cristo íntimo. Ese espíritu metálico puede evaporarse, ¿cuándo? Cuando un metal se funde.
¿Cuándo se funde? Cuando se derrama el vaso de Hermes; se funde el espíritu metálico en la reacción metálica del oro y es indudable que el Magnés interior se escapa. Ahí se sabe que ha perdido la Piedra Filosofal, que la ha disuelto en el agua. Hablando en otro lenguaje, fuera de la Gran Obra, diría que ahí se cae el Bodhisattva. En Alquimia, se dice claramente, que se echa la piedra al agua, que se disuelve en el agua en día sábado. Entiéndase que sábado es Saturno, o sea, el reino de la muerte. Quien disuelve su Piedra en agua, pues pierde su piedra.
Todo el Génesis está relacionado con la Gran Obra. El primer día del Génesis corresponde al trabajo en el abismo y al primer Sello del Apocalipsis. El segundo día del Génesis, corresponde al trabajo con las aguas, el cuerpo vital. El tercer día del Génesis corresponde al astral. El cuarto día del Génesis, al mental. El quinto día, al causal. El sexto día del Génesis corresponde al sexto Sello del Apocalipsis, al Búdhico o intuicional. Luego, el séptimo Sello, el séptimo día de la Creación, es el día de descanso. El trabajo se hace en los seis días o períodos de tiempo, al séptimo hay descanso y al octavo viene la resurrección del Señor. De manera que el Génesis y el Apocalipsis se complementan.
La Gran Obra, en síntesis, se realiza en ocho años. La parte superior de la Gran Obra son ocho años, aunque el periodo de trabajo y preparación son muchos más. Pero ya la última síntesis, el último periodo en el que se construye la Gran Obra, es de ocho años. Los ocho años de Job, los ocho años maravillosos.
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