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Recordemos el ave Fénix, es maravillosa, coronada con corona de oro y sus patas y piernas todas de bellísimo oro puro. La Naturaleza le rendía culto. Cansada de vivir, después de millones de años, decidió hacer un nido de ramas de incienso, de mirra, nardos y otras ramas preciosas y lo cierto fue que ella se incineró. La Naturaleza siempre es así, pero después, de sus propias cenizas, el ave Fénix renació más poderosa. Así hay que hacer con la Gran Obra, ya que la Piedra echada al agua queda ahogada.
— Venerable Maestro, la vara de Moisés, la que se transformó en serpiente, ¿qué es?
Así como Moisés convirtió la vara en serpiente, así también tiene uno que convertir la vara en serpiente. Así como Moisés levantó la serpiente sobre la vara, y ella se convirtió en la vara misma, así también, lo que necesitamos es levantar la vara dentro de nosotros mismos. El hijo de la vara es el Cristo íntimo. Hay que levantarlo dentro de nosotros mismos, levantarlo es crear los cuerpos existenciales superiores del Ser. Tenemos que vivirlo todo aquí. Encarnando al Cristo íntimo, viene a vivir a este mundo y es perseguido y crece como un hombre entre los hombres y sufre todas las tentaciones. Muy trabajoso. Él tiene que encargarse de todos nuestros procesos mentales, volitivos y emocionales, sexuales y de todo tipo de funciones. Y se convierte en hombre pues logra vencer todas las tinieblas, eliminar los yoes y triunfar en sí. Él es digno de toda Gloria, el Señor es el Salvador. Por eso es digno de toda honra. Ante Él, los veinticuatro Ancianos — las veinticuatro partes de
nuestro Ser interior profundo —y los cuatro Santos, — las cuatro partes superiores de nuestro Ser relacionadas con los cuatro elementos —, todos, arrojan sus coronas a los pies del Cordero, porque sólo Él es digno de toda Honra y Gloria. Y esa su sangre, cuya sangre es el fuego, es el Cordero Inmolado que se inmola viviendo en uno. Se inmola completamente. Se hace un hombre común y corriente y lucha con las tentaciones, los deseos, los pensamientos, con todo.
Y nadie lo reconoce hasta que triunfa. Por eso se dice: Cordero de Dios que borra los pecados del mundo.
Ese es el Cristianismo Esotérico Gnóstico, pero bien entendido. De manera que Él es el Salvador, el que nos salva. Nos redime por el Fuego, pues Él mismo es el espíritu del fuego que necesita un vaso de alabastro como receptáculo, para manifestarse. Ese receptáculo son los cuerpos de oro puro que uno debe crear.
El entender esto es formidable por que llega uno y se mete donde debe llegar, o sea, convertirse en Hombre solar, en Hombre real, en el Hombre Cristo. De manera que por esto hay que luchar a muerte, contra todo y contra todos. Contra sí mismo, contra la Naturaleza, contra todo lo que se oponga, hasta triunfar. ¡Hasta triunfar! Y convertirse en el Hombre Solar, en el Hombre Cristo. Esto no es cuestión de evolución, no es cuestión de involución, esto es cuestión de revolución interior profunda. Esto se sale del dogma ése de la evolución y de la involución, esto pertenece a la Gran Obra y esta es por eso revolucionaria.
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