Page 41 - LA PIEDRA FILOSOFAL.pdf
P. 41

Así, con estos párrafos anteriores nos habla nuestro Venerable Maestro SAMAEL AUN WEOR, en su maravillosa obra "Rosa Ígnea".
Millones de lectores de periódicos rusos recibieron las primeras ideas de que las plantas comunican sus emociones al hombre en octubre de 1970, cuando Pravda publicó un artículo titulado "Lo que nos dicen las hojas".
"Las plantas hablan... Sí, gritan" declaró el órgano oficial del partido comunista. "Solo que parece que aceptan sus infortunios sumisamente y sufren su dolor en silencio". El reporte de Pravda, y Chertkov nos dice que fue testigo de estos acontecimientos extraordinarios en Moscú cuando visitó, el laboratorio de Clima Artificial, instalado en la Academia de Ciencias Agrícolas de Timiryazev.
"Delante de mis ojos, un tallo de cebada gritó literalmente cuando se metieron sus raíces en agua caliente. Es verdad que la "voz" de la planta sólo se registró en un instrumento electrónico especial de extraordinaria sensibilidad que reveló en una ancha tira de papel "un valle de lágrimas sin fondo". Como si se hubiese vuelto loca, la aguja grabadora describió en las contorsiones de sus trazos sobre la superficie blanca la agonía mortal del tallo de cebada, aunque, limitándose a mirar a la pequeña planta, nadie habría sospechado jamás lo que estaba padeciendo. Mientras sus hojitas seguían erguidas y verdes como siempre, el "organismo" de la planta estaba ya muriendo. Algún tipo de células "cerebrales" nos estaba diciendo desde dentro de ella lo que le ocurría".
Este aparte anterior extraído del libro "La Vida Secreta de las Plantas", encuentra un complemento formidable con este otro de la misma obra:
"Creyendo que se estaba haciendo sensacionalismo en los periódicos de occidente", decía el reportero de Izvestiya, Matveyev se trasladó a Leningrado, donde se entrevistó con Vladimir Grigorievich Karamanov, director del laboratorio de Bio-cibernética del Instituto de Agro-física para recabar una opinión autorizada al respecto.
"Según el reportero de Izvestiya, Karamanov mostraba cómo una planta leguminosa corriente había adquirido algo equivalente a "manos" para indicar a un cerebro instrumental qué cantidad de luz necesitaba. Cuando el cerebro mandaba señales a las "manos", éstas no tenían más que oprimir un conmutador, y la planta podía entonces establecer por propia cuenta la longitud óptima de su "día" y de su "noche". Posteriormente, cuando la misma planta había adquirido el equivalente de unas "piernas", podía instrumentalmente indicar si necesitaba agua. Acreditándose como un ser perfectamente racional —seguía el reportaje—, la planta no se atragantaba vorazmente de agua sin ton ni son, sino que se limitaba a beber unos dos minutos por hora, regulando la cantidad que necesitaba con la ayuda de un mecanismo artificial".
"Esto era algo auténticamente sensacional en el terreno científico y técnico — terminaba el artículo —, demostración evidente de las capacidades técnicas del hombre del siglo XX".
42


































































































   39   40   41   42   43